
Aún aquellos niños que cumplen años inmediatamente después de las fiestas reciben menos regalos debido a ese hecho.
Algunas compañías han intentado diferentes métodos para paliar esa caída de las ventas tras las fiestas, desde extender las campañas publicitarias hasta reducir los precios, sin gran éxito.
Sin embargo, otras compañías de juguetes han encontrado una táctica para solucionar el problema.
El primer paso consiste en darse cuenta que el problema no reside en motivar a los niños a continuar con su insaciable necesidad de recibir juguetes, sino en motivar a los padres, que ya han gastado enormes sumas en regalos, a comprar otro juguete más.
Luego, la táctica sigue de la siguiente manera.

Así logran que los niños les pidan a sus padres ese circuito como regalo para las fiestas, pero aún más importante, logran que los padres, muchos de los cuales después de ver los anuncios deciden que el circuito es divertido e inofensivo, les prometan a sus hijos que tendrán el circuito de carreras para las fiestas.

Lo que ha ocurrido es que la compañía de juguetes ha enviado menos stock a las tiendas, con lo cual los padres que han prometido el circuito ven que no pueden cumplir con su palabra y se ven obligados a comprar otro juguete de similar valor, el cual la compañía de juguetes se ha encargado de entregar en cantidades suficientes.
Entonces, después de las fiestas, la compañía comienza a promocionar nuevamente en TV el circuito de carreras con lo cual logran que los niños quieran el circuito más que nunca y vayan corriendo a sus padres diciendo: “Me lo prometiste! Me lo prometiste!”

Cualquier similitud con la Wii en las últimas fiestas en España es pura coincidencia…
Pero, ¿cuál es la razón que hace que un adulto perfectamente racional sucumba a tales tácticas?
Millones de fumadores cada día reciben información diciendo que fumar lleva a una muerte dolorosa y temprana, pero pocos dejan de fumar, alegando que en realidad no está demostrado irrefutablemente que fumar provoque cáncer o dicen que fumando son felices entonces no les importa demasiado si van a morir (tempranamente y con dolor).
Cualquier no fumador vería lo incoherente de estos argumentos, pero un fumador cree en ellos y los usa para justificar su comportamiento.
¿Cuál es la razón para tal actitud?
Hace unos 50 años, unos psicólogos decidieron investigar estas preguntas y llegaron a una respuesta: disonancia cognitiva. Una palabra difícil, pero con un concepto simple detrás: nos sentimos mal cuando hay una discrepancia entre cómo pensamos que somos y en cómo realmente nos comportamos.

De la misma manera que el hambre o la sed nos provoca insatisfacción, la cual tratamos de resolver comiendo o bebiendo, cuando tenemos ‘disonancia cognitiva’ tratamos de reducirla.
En esos casos, básicamente reaccionamos de tres maneras:
(i) cambiamos nuestro comportamiento, para que coincida con la percepción (por ej, dejamos de fumar),
(ii) justificamos nuestro comportamiento cambiando la percepción (por ej, tratamos de pensar que fumar no mata), o
(iii) justificamos nuestro comportamiento con una nueva percepción (por ej, somos felices fumando, así por qué dejarlo aún cuando mate?)
Pensar algo es más fácil que cambiar un comportamiento, por lo cual raramente elegimos la primera opción. Así tenemos una tendencia natural a justificar nuestros actos con percepciones reales o fantaseadas, pero en muchos casos, irracionales.
De esta manera, algunas compañías de juguetes logran que muchos padres prefieran gastar excesivamente antes que actuar de una manera que contradiga la forma positiva en que se ven a sí mismos (e.g. cumplidor de su palabra) o que muchos fumadores mueran cada año a pesar de la gran evidencia que les advierte sobre la perjuicio de fumar.
Si Ud. fabrica un producto altamente estacional, ya sabe qué hacer.
O por lo menos sabe por qué no deja de fumar.
Autor: Cesar Perez Carballada
Artículo publicado en www.marketisimo.com
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